EUROPA
PRESS
7 noviembre
2018
Pautas
para reducir los tóxicos y contaminantes ambientales: ¡estamos contaminados
internamente!
Aunque no lo creamos, vivimos rodeados
e impregnados de contaminantes que aumentan nuestro riesgo de sufrir
enfermedades endocrinológicas, cardiovasculares, neurodegenerativas,
inflamatorias, cánceres o infertilidad.
Las sustancias tóxicas se detectan en nuestro cuerpo, a
distintas concentraciones, en los alimentos, por los plaguicidas de la
agricultura intensiva, o en nuestros hogares, en los juguetes de plástico de
los niños, en los muebles, aparatos electrónicos o en los utensilios de cocina.
"Cada día respiramos, comemos, bebemos e incluso nos
maquillamos o lavamos el pelo con sustancias cuya toxicidad es objeto de
preocupación razonada en las sociedades más avanzadas", denuncia el
catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma
de Barcelona, Miquel Porta, en 'Vive más y mejor. Reduciendo tóxicos y
contaminantes ambientales' (Grijalbo).
En una entrevista con Infosalus el
experto llama la atención sobre el hecho de que una minoría de nuestra sociedad
está concienciada de que la contaminación externa también penetra en nuestro
interior. "Se detectan en el pelo, cabellos, uñas, sangre, en el líquido amniótico
o en la orina, por ejemplo", subraya.
A su vez, destaca que hay "conocimiento
suficiente" sobre sus efectos adversos para la salud y para actuar frente
al peligro de estos contaminantes. Un problema a su juicio
"importante" es que si estas sustancias no persistentes se detectan
en la orina del 100% de la población es porque, aunque se estén excretando, se
esta expuesto a ellas cada día.
Así, destaca que tanto en Estados Unidos, Japón o España aún
se puede hallar DDT (prohibido hace más de 40 años) generalmente a
concentraciones bajas en muchos productos lácteos (mantequilla, leches) y otros
alimentos que contienen grasas de origen animal.
Buena parte de los contaminantes tóxicos persistentes (CTPs), según alerta Porta, se incorpora al organismo a
través de la ingesta de alimentos, que se contaminan cuando se cultivan, crían
(por el pienso que comen los animales), procesan, almacenan o preparan para su
consumo.
Disruptores
endocrinos
Según resalta el experto, los disruptores endocrinos, por
ejemplo, son sustancias químicas exógenas al cuerpo que imitan, potencian,
inhiben o perturban el funcionamiento normal de las hormonas. Contribuyen a
causar muchos problemas reproductivos y del neurodesarrollo, diabetes, y
algunos cánceres de mama, de endometrio, de ovario, de próstata, de testículos
y de tiroides, según la OMS, entre otras patologías.
La atracina y el diclorodifeniltricloroetileno (DDT) se hallan en herbicidas
y pesticidas; el bisfenol A (BPA) en plásticos y
latas de alimentos, en los recibos de comercios, en los biberones y chupetes
antiguos; los ftalatos en envoltorios cosméticos, y champús; los bifenilos
policlorados (PCB) y los éteres difenílicos polibromados (PBDE) en retardantes de la llama presentes en
tejidos, alfombras, mobiliario y dispositivos electrónicos.
¿Qué podemos
hacer?
"Ni dietas detox, ni zumos
verdes, ni muebles bien orientados, ni otros productos bien intencionados
sirven realmente para limpiarnos de los contaminantes más persistentes.
Desintoxicarse de ellos pasa inevitablemente por reducir la exposición,
prevenirla, evitarla. No hay evidencia científica sobre productos que pueda
limpiar nuestro cuerpo de contaminantes persistentes. El tiempo de vida media
de la mayoría de los contaminantes persistentes es de entre 8 y 12 años o
más", recalca Porta.
Para evitar la ingesta de dioxinas recomienda comer menos
productos de origen animal y animales, pues ve probable que las contengan,
habitualmente a concentraciones bajas, carnes, pescados, lácteos, y huevos.
Mientras, para evitar la exposición a Bisfenol
A (BPA) aconseja alimentarse con productos frescos en vez de enlatados, decir
no a los recibos de compra de supermercados o comercios, evitar los plásticos
marcados con un PC o con la etiqueta #7; no todos contienen BPA pero muchos sí.
Utilizar tazas y platos que no sean de plástico.
Para una menor exposición a ftalatos dice que hay que
procurar no usar recipientes de comida de plástico que los contengan, como
tampoco algunos juguetes para niños. Evitar envoltorios o films
transparentes hechos con ellos o con PVC (algunos llevan etiqueta de reciclaje
#3). Dice que también hay cosméticos y productos para la higiene corporal que
los contienen.
Asimismo, sugiere comer menos y de más calidad. Si se puede
comprar productos ecológicos y de proximidad. Lavar la fruta y la verdura a
fondo cuando no es de origen ecológico. Evitar el consumo de alimentos
procesados. Ve conveniente evitar el uso de plaguicidas o insecticidas para
ahuyentar pequeños insectos y ventilar la vivienda regularmente. En cuanto a
los juguetes de los niños considera que es mejor que sean de madera, de papel o
de metal que de plástico.
En la cocina recomienda evitar las sartenes antiadherentes,
las más comunes y conocidas son las de teflón y silverstone,
pero hay más tipos. Si se usan éstas hay que intentar que no se rallen.
Igualmente, aconseja evitar las paellas, cazuelas y bandejas de galletas de
aluminio anodizado y aboga por emplear cazuelas y sartenes de hierro y
fundición esmaltada, y también las de acero inoxidable. Otra alternativa
saludable es utilizar cacerolas, envases, tarteras o moldes para tartas de
vidrio, pírex o gres.
En el aseo y cuidado personal dice que hay que evitar en lo
posible champús, desodorantes, jabones, dentífricos y otros cosméticos que
contengan ftalatos, parabenos, triclosán,
o sulfitos. En algunos casos hay que lavar la ropa recién comprada antes de
emplearla.